Estas horas, esta tranquilidad. La casa vacía, los ojos cansados, el calor sofocante... Se hace raro, pero a veces viene bien poder pensar, aunque tenga de fondo el zumbido (por llamarlo de alguna manera) de este ordenador.
No sólo por haber pasado estos últimos días en Granada, que es como mi punto de partida, la ciudad que un día lo prometía todo y donde pasé 5 años de mi vida, la misma en la que ahora me cuesta reconocerme; pero quizá desde que he vuelto me planteo una vez y otra vez con quién estoy, quién me queda. Porque mucho hemos cambiado, yo y todos.
Después de tantos años hago un alto en el camino, y aunque no sepa donde voy, y sepa que no queda más remedio que hacerlo sola, me doy cuenta de que todos seguimos el nuestro y que para bien o para mal, no es posible desandarlo, y que ha ido marcándonos por los pies hasta el alma. Haciendo un repaso rápido, la única conclusión es que tal como decía Neruda, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
viernes, 19 de junio de 2009
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