Realmente, cada vez que sales, al volver a casa, es una aventura. Unas veces vuelves y te encuentras con cecina, y otros alimentos para el espíritu, cortesía de un viejo dueño de un bar, mientras que otro que está sacando el perro a horas intempestivas y al que ves doble te cuenta la historia de Manuelita Malasaña; y otras veces vestida de concubina satánica by Mango outlet y los zapatos en una bolsa volviendo de un cotillón, te encuentras en los 10 metros del taxi a casa a dos y te vas con ellos de copas (hay un bar y un estanco en ese trayecto), mientras la camarera con aspecto de yonki le tira a muerte a uno de ellos.
Y otras mañanas te dan las 11 de la mañana sin dormir, y sin fregar el suelo.
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