Hacía más de 2 años que no iba al cine, no se si llegará a 3. Durante estas mini-vacaciones en Lanzarote he podido aprovechar y para quitarme la espinita he visto "El niño del pijama de rayas", una peli dura, muy dura, tan duras como pueden ser las peliculas de nazis y campos de concentración, pero en este caso visto desde los ojos de un niño de 8 años, hijo de un oficial del ejercito encargado del campo, que sueña con ser explorador y se hace amigo de un niño que está al otro lado.
No he leido el libro, a pesar de que hace unos meses estuve a punto de comprarlo, pero voy a intentarlo. Está claro que la magia no es la misma una vez ya se ha visto la peli, pero igual, quisiera leerlo, aunque ya tenga la imagen de ese niño de tremendos ojos azules, y ese pobre zagal judío encarcelado junto a su padre en aquel campo de concentración, y esa madre que sufre con la desgracia ajena, por el odio injustificado de su pueblo, por la frialdad de un marido que al parecer solo cumple ordenes pero que poco a poco se va revelando como un despota, fiel a los ideales nazis, una hija a la que emboban con consignas patrioticas y empapela su cuarto de fotos de Hitler, y como fondo el horror que se desata en medio de ese bosque tranquilo, la mayor miseria del ser humano, el odio hacia los diferentes, la incapacidad de comprender, de intentar entender, de solidarizarse con otras personas.
Y realmente, no es una guerra acabada. Llamese antisemitismo, llamese racismo, o xenofobia, el miedo y la no aceptación de las personas que tienen distintas razas o distintas creencias son temas que están ahí, que no podemos obviar, porque nos cruzamos con ellos a diario, y a veces somos incapaces de pensar que son como nosotros, a pesar de haber nacido en otro país, generalmente mas al sur, donde las posibilidades no son tantas como las que podamos tener nosotros. Y día tras día lo vemos en las noticias, lo leemos en los periódicos, o de repente escuchas ambulancias y es que ha habido un apuñalamiento en una de las calles principales de tu tranquilo pueblo, y además te toca escuchar que con esta gente, demasiadas pocas cosas pasan, como si los unicos que se apuñalan o roban o matan fuesen de otro país. Y mientras recibamos a los extranjeros que vienen en hordas de la mano de sus respectivos touroperadores, porque esos sí, son turistas y les hemos de facilitar la vida tanto como sea posible.
Realmente, no se como definirlo. Extraño, dificil, me quedo sin palabras. Pero no imposible.
I can change the world
with my own two hands...
jueves, 16 de octubre de 2008
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