lunes, 12 de octubre de 2009

Erase una vez...

...había una niña que soñaba con vivir muchas vidas diferentes, con visitar ciudades y paises que sólo existían en los libros, en su imaginación, y se imaginaba como sería viajar en tren, en avión, en barco... quería descubrir el mundo, quería ver algo más que aquellas montañas al final de la calle, aquellas casas pequeñas y desiguales que se amontonaban sin ningún criterio; un pueblo hecho de recortes, de gente que iba y venía, cada vez con menos que contar, menos que compartir. Soñaba con escapar de allí, con ser diferente, con tener una vida propia, fuera de los limites impuestos, porque no quería que ninguna de aquellas personas pudieran manejar su vida, porque nadie tenía derecho a opinar ni a juzgarla. Porque no encontraba a nadie que tuviera la misma imaginación, ni las mismas ganas, porque era más fácil quedarse allí y acomodarse, y conformarse con lo que había, que no estaba tan mal. Ella no paraba de hacerse preguntas, de soñar despierta, de inventar un futuro mejor, y estaba dispuesta a conseguirlo.
Poco a poco la niña creció y por fin, se fue, decidida a perseguir sus sueños, aunque a pesar de lo que siempre hubo querido, no se fue para siempre. Tuvo que volver, muchas veces, más de las que deseaba seguramente, y cada vez era como una herida nueva, porque se daba cuenta de que había buscado, pero no había encontrado nada que la sacara de aquel lugar para siempre, y que allí tampoco lo encontraría, y cada regreso era como una nueva derrota, como si todo y todos se hubieran puesto de acuerdo para hacerle ver que se equivocaba, que esa vida que buscaba no la encontraría, y que ahora tampoco podría volver, porque sentía que este no era su sitio, como no lo había sido nunca. Ya no existía ningún lugar para ella. Sentía que le faltaba el oxígeno, que algo se le agarraba en el pecho, un dolor que la atravesaba, y un sabor amargo a derrota se le quedaba en la boca.
Pero a pesar de todo, había que seguir, como si todo fuese normal, como si no importara que desde que estaba allí todo a su alrededor se hubiera vuelto oscuro; daba igual lo mucho que brillase el sol ahí fuera, si a ella no le llegaba. Sacar fuerzas de donde ya no quedaban, y volver a soñar, volver a verlo todo con ojos nuevos, volver a buscar un camino y una vida, volver a reir, volver a ser la niña que solo quería ser feliz.

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