sábado, 25 de septiembre de 2010

Noches de bohemia

Esta vez no me acompaña el Spotify, ni mi disco duro, más bien el sonido de gente (probablemente borracha o en proceso) que canta en la plaza, bastante mal, por cierto.

Y no sé, es sábado por la noche, y bien podría estar por ahí yo también, pero llevo a fin de mes desde el día 10 y no están las cosas como para irse de fiesta loca, porque ese plan en esta ciudad no es lo que se dice barato. Una pena, porque durante los próximos meses solo tengo un finde libre, y estoy haciendo cábalas sobre quien puede cambiarme el domingo después de mi cumpleaños, porque eso al menos habrá que celebrarlo. Y caigo en la cuenta de que desde que volví de vacaciones, no he salido de fiesta.

Quizá no importa mucho, pero la verdad es que necesito una buena fiesta, salir y reirme y beber y bailar y pasármelo bien, pero desde que estoy aquí, han sido pocas ocasiones en las que se han dado todas estas circunstancias al mismo tiempo, tres o cuatro a lo sumo. Y esas pocas ocasiones han venido acompañadas de una resaca mortal al día siguiente, porque yo estoy ahí en el momento y pienso que la noche es joven, y me bebo los cubatas como si fueran agua, pero mi estómago parece que no está de acuerdo.

Si me lo pienso dos veces, me apetece más quedarme en casa, ver una peli, o leer un libro, o cualquier cosa. Me da pereza, o será que me estoy haciendo mayor.

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