Y así, entre suaves rasgueos de guitarra de Vetusta Morla, se van desvelando uno a uno todos los estados de ánimo.
Después de días y noches de encierro domiciliario por pura motivación económica, he salido a la calle en este tiempo loco, de cafés cortos, huelgas que no lo parecen, cocidito madrileño, y otros restaurantes y planes de futuro, paseos, reencuentros y una visión más amplia del mundo en un radio de pocos kilómetros. Definitivamente, estoy encontrando el punto, ahora solo falta rodar un poquito más.
Otro sábado por la noche, y abajo en la calle Malasaña se mueve, pero a mi me quedan dos días libres por delante… no sé hacia donde ni con quién… pero siempre he ido improvisando.
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