viernes, 11 de marzo de 2011

Buenas noches, Japón

Pasan los días, lentos, uno a uno, como páginas pesadas de un libro de 200 kilos. Hay voces en la calle, Lucas que ronca, imágenes de cámara de movil que bailan en la tele, la fuerza de la tierra que se deja sentir, 30 millones de personas en medio de una catástrofe, alarma nuclear… el mundo se nos descontrola, se nos va de las manos, se propaga una onda por todo el océano pacifico, desde Canadá a Chile, barriendo la costa.

Pero yo tengo una vida normal y corriente, tranquila, mañana es sábado y trabajo, al otro es domingo y también, y al siguiente y unos cuantos más. No creo que a Madrid me llegue un tsunami.

No sé si es normal pensar en estas situaciones en qué poco importan nuestras decisiones o nuestra condición para enfrentarnos a un fenómeno como este de la naturaleza, y en qué tonterías nos metemos, poner una central nuclear ahí con lo peligroso que es eso, fisión, fusión, energía, electricidad, calefacción, internet, telefono, facturas, trabajo… Claro, esa central nuclear está ahi para abastecer de energía a un país en el que el trabajo es vital. Pero no sólo allí, aquí también tenemos lo nuestro.

En general, el mundo está montado muy raro. Yo ahora estoy escuchando jazz, Benny Goodman, Like a fish out of water. Bastante sutil, con eso de los tsunamis. En otro lado del mundo, a otra gente se le ha caido la casa abajo por un temblor de tierra, así como así, y están acampados a la espera de que pueda continuar como antes, pero tiene que ser una movida. No has hecho un cambio, se te ha impuesto, y en realidad lo unico que se pretende es volver a la normalidad. Pero es que esa normalidad es, en cierto sentido tan superficial. Y depende tanto de nosotros mismos, que de repente algo se nos escapa a nuestro control que no podemos ni imaginarlo. Por eso hay gente que hace centrales nucleares. Eso, ves tu, con las placas solares pues no pasa. Se te puede caer al centro del mundo, pero sin miedo a radiaciones y todo-eso-que-no se que es pero se que es muy malo que se quedará ahí tantos años, como en Chernobyl, pero en niños japoneses. Seguro que a eso le sacan muchas películas de miedo.

Pero el ser humano también es capaz de apreciar y de concebir conceptos abstractos, y de crear, tenemos el lenguaje y el pensamiento y eso es muy raro. Tenemos formas diferentes, nos clasificamos, adoptamos roles en la sociedad, nos comunicamos. Existe la música, el cine, la moda, la escritura, toda una serie de filias y fobias que compartimos con otros, sin más mediación que el de nuestro propio cerebro y nuestros estímulos.

Somos algo muy curioso, pero el mundo en el que vivimos cada día me sorprende más.

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